Durante un taller realizado en la ciudad de Chinandega, Carlos Rivas Leclair, director del Icidea, expresó que están enfocados en unir esfuerzos para comenzar a mediano plazo a monitorear con un nuevo diseño el Estero Real, desde su cuenca hasta su desembocadura, y obtener datos científicos para adaptar la propuesta a los cambios climáticos.
Dijo que con apoyo de la oficina de la FAO en Roma, Italia, desde hace 11 años monitorean el Estero Real, uno de los sitios Ramsar del país, y “lo que hacemos ahora es incorporar otras variables al monitoreo con el apoyo de todos los que se benefician de ese estuario”, indicó.
En la propuesta contemplan la integración del Sistema de Alerta Temprana para enfrentar tormentas, maremotos, contaminaciones, alto o bajo grado de oxígeno en las aguas, concentraciones de sedimentos, y efectos del cambio climático.
Añadió que las alcaldías, las empresas camaroneras, los acuicultores, pescadores artesanales, productores de caña de azúcar, de maní, ajonjolí, el Ministerio del Ambiente y Recursos Naturales, Marena, el Ministerio Agropecuario y Forestal, Magfor, el Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales, Ineter, el Instituto Nicaragüense de la Pesca y Acuicultura, entre otros, contribuirán al monitoreo permanente del Estero Real.
Doris Soto, oficial superior de Acuicultura de la FAO, dijo que el programa de monitoreo ambiental integrado mejorará las capacidades ante efectos de fenómenos relacionados con la variabilidad climática.
Expresó que el monitoreo con el nuevo diseño, el cual se hará de forma permanente, será accesible a todos los usuarios del estuario, con una plataforma permanente de información.
Sitio con mucha riqueza
El referido río, de 137 kilómetros de longitud, pertenece al gran sistema ecuatoriano denominado Golfo de Fonseca, compartido por Nicaragua, El Salvador y Honduras. Las cuencas de los ríos Negro, Estero Real y volcán Cosigüina drenan sus aguas en el océano Pacífico.
El Estero Real posee humedales de importancia internacional y es ruta de aves migratorias, manglares y algas que sirven de alimento a los camarones.
Desde 1990 se registra un crecimiento de granjas camaroneras, cuatro años después se da el ordenamiento de la camaronicultura, y en 1995 se hace el primer monitoreo.
Fuente: El Nuevo Diario
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