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domingo, 6 de enero de 2013

Dibujando sus sueños





Muy pocas personas se quedan a leer los créditos al final de las películas. Esas letras pequeñas que pasan a toda velocidad y que van nombrando a aquellos que participaron en la creación del filme. Una de esas personas suele ser Rafael Burgos. Claro, él aparece en los créditos de producciones como Avatar, Transformer 3, Eclipse, Thor y Martes necesita madres.

Formando un currículum a esas magnitudes, para un joven artista del diseño gráfico volver a su país, del que se fue cuando apenas cumplía 5 años, es un reto enorme.

“Todos me preguntan por qué regresé”, comenta Rafael. La respuesta, en parte, está en su proyecto personal que amasa desde hace tres años. La primera novela gráfica de Nicaragua.

Casi terminada y muy cerca de publicar la primera parte, Rafael ha creado una historia de ciencia ficción que para él está muy cercana a la realidad. La ha titulado Fritanga .

Todo se desarrolla en el Mercado Oriental, con su gente y su drama diario. “La mala higiene de los alimentos provoca un virus que amenaza en convertir a todos en zombis”.

Los héroes resultan ser los antimotines de la Policía Nacional, sin embargo, aún no está escrito si habrá quién se salve.

Su talento habla por sí solo. Las animaciones de su novela están a nivel de Hollywood. Los consejos de grandes como James Cameron y Michael Bay no pasaron por alto.

“Quería traer talento a Nicaragua”, insiste ante quien pregunta por qué se vino de Hollywood.

Más allá de las razones profesionales que lo hicieron regresar a Nicaragua, Rafael Burgos, de 32 años, ama a su abuelita. Una delgada señora que pasa sus días entre su cama y algunas caminatas dentro de su casa en el barrio Altagracia de Managua. A veces la acompaña, cuando la lucidez vuelve a ella y logra recordar a su nieto. “Payito, mi niño”, le dice, cuando el Alzheimer la regresa a los suyos.


Rafael y su mamá María Lourdes Dávila en la casa de Managua. “Mi madre quiere que regrese, pero entiende que tengo que cumplir mis sueños”, comenta Rafael. Su mamá regresa a Estados Unidos a finales de este mes. LA PRENSA/U.MOLINA
“La cuido todas las noches. Mi escritorio está cerca de la puerta de su cuarto y siempre la estoy viendo”

, cuenta Rafael. Sus ojos se humedecen en lágrimas que no salen y prefiere cambiar de tema.

Desde hace tres años que regresó a Nicaragua y no ha estado quieto. Es parte de un proyecto que pretende ser la primera escuela de animación en el país “así al estilo de Pixar Animation Studios”, comenta. Un sueño grande, verdaderamente grande, pero que Rafael no lo ve imposible.

RGA Animation es una escuela dedicada al arte digital y a enseñar a los estudiantes todas las herramientas tecnológicas en animación, efectos especiales para comerciales y cine.

“Participar en este proyecto lo vi como una gran oportunidad de ser parte de una escuela única en Nicaragua, porque el diseño gráfico está tan saturado y hay tantas escuelas que lo ofrecen que terminan formando a malos profesionales”, valora Rafael.

Su misión en esta escuela es dar clases de ilustración, escultura para crear personajes y clases de animación de personajes.

La escuela ubicada en Bello Horizonte tiene un año de haber iniciado y las clases las reciben profesionales de publicidad y estudiantes de otras carreras amantes del diseño.

Después de su novela de zombis que atacan a todos los nicaragüenses, un trilogía de casi 200 páginas cada tomo, la escuela de animación es otro de sus grandes compromisos. “No quiero regresarme a Estados Unidos sin estar seguro que la escuela quede fuerte y que esté formando a buenos talentos”, asegura Rafael.

SACANDO LA BASURA...


Con un bachillerato en ilustración y un asociado en arte, además de un posgrado en fotografía y una maestría en dirección de arte, Rafael trabajaba en una cafetería cerca de la universidad. “Servía café a estudiantes que estaban en grados inferiores a mí, incluso a varios de mis maestros... en muchas ocasiones me pusieron como ejemplo de mi clase. Aún así se siente terrible”, dice Rafael.

Una tarde mientras sacaba la basura de la cafetería su celular timbró. Lo llamaban del equipo de James Cameron.

—¿Qué haces? —le preguntaron.

—Tiro la basura —contestó Rafael.

La invitación de trabajar en el proyecto de Avatar fue hecha en ese momento y Rafael comenzó su carrera en el arte de la animación.

Lograrlo no fue tan fácil. Tan solo codearse con los grandes de Hollywood, al menos para un latino, no es nada sencillo. “Los latinos son los que limpian el set o pintan paredes, cosas así... yo me siento afortunado y continúo sintiéndome así porque un día puedo regresar a Hollywood y sé que encontraré nuevos espacios”, dice Rafael.

Pero fuera de Hollywood no está del todo. Por ahora, a la par de sus proyectos personales, trabaja como freelance para algunos pedidos. “Me solicitan dibujos y sigo trabajando en el medio, no estoy allá pero sigo trabajando...”, comenta Rafael, quien está trabajando también en una producción que podría filmarse en Hawái. “Es un proyecto que me gusta, la idea es que en esa isla todos los volcanes harán erupción, solo eso puedo decir”, dice Rafael.

Su experiencia lo impulsa a continuar con sus sueños y Fritanga está en el número uno de su lista. “Esta será la primera novela gráfica que se ha producido en el país y tiene todo para ser un éxito”, asegura con mucho ánimo Rafael.

LA IDEA DEL MILLÓN


Fritanga nació precisamente en una venta de fritanga cercana a la casa de su abuela en Altagracia. “Vi cómo la señora que me despachaba tocaba la comida con sus dedos y lo que es peor con la misma mano que tocaba el dinero agarraba la comida. Yo le reclamé y le pedí que no tocara mi comida. Y para qué tuve más, la señora me terminó tratando y casi que corriendo de su comidería”, relata Rafael.

Así su anécdota dio paso a infinitas ideas que desenlazaron en Fritanga , la novela en la que Rafael apuesta, su alma, su vida y su corazón.

“TALENTO HAY”


“Nicaragua tiene millones de historias que contar y yo las veo como una oportunidad para hacer grandes cosas, el problema es que profesionales bien formados en esta profesión no hay muchos... ilustradores no hay al nivel de competir con los profesionales internacionales, de esos que funcionen para historias gráficas, para comerciales, para películas, es contar historias en este formato” dice Rafael.

Por ahora, su meta entre publicar su novela y dejar un buen aporte en la escuela de animación son prioridades a las que ni Hollywood, dice Rafael, hará que renuncie.

"Hollywood no se irá, siempre habrá películas y la oportunidad para participar... Mi familia y mis proyectos personales son prioridades ahora en mi vida”.  
Rafael Burgos Ilustrador y especialista en animación


Un Reportaje de:  La Prensa

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