Hace 2100 años,
los antepasados chinos emprendieron expediciones comerciales en tierras lejanas
y abrieron la Ruta de la Seda, una extensa red comercial que se convirtió en la
piedra angular de la civilización humana. En el Siglo XXI, el Canal Interoceánico
de Nicaragua formará parte de una nueva Ruta Marítima de la Seda que contribuirá
significativamente al desarrollo y prosperidad del mundo.
Esta vía acuática, al unir al occidente con el oriente, contribuirá a afianzar las relaciones comerciales entre Asia, Europa y Estados
Unidos, en donde se genera el 55% del PIB mundial.
Para América Latina,
que actualmente busca diversificar sus mercados y atraer inversiones, China
representa una gran oportunidad por ser la segunda economía del mundo. El Canal
proporcionará un paso más
rápido de naves masivas de carga procedentes de América Latina, hacia Asia. Hoy
estas naves son demasiado grandes para el Canal de Panamá y a menudo resultan
bloqueadas en los puertos chinos.
El Gran Canal, sí es realmente posible y permitiría un salto cualitativo y
cuantitativo con un inmenso impacto social y económico positivo para Nicaragua.
Un proyecto de esta magnitud
garantizará la independencia económica de Nicaragua y el Canal representa la
única posibilidad de obtener los recursos necesarios para preservar los
recursos hídricos y forestales de esa zona, afectada por la tala indiscriminada
y el vertimiento de residuos industriales.
Por tanto, el proyecto es una oportunidad para lograr el desarrollo económico
y social de los nicaragüenses, que enfrentan una pobreza estructural histórica
desde hace más de 200 años, con rezagos sociales, y por ello el Gran Canal no
solo es un sueño posible, sino una gran alternativa.
Podrían establecerse igualmente nuevos sitios turísticos gracias al desarrollo de más puertos, y con el apoyo de empresas chinas nuestro país aprovecharía también los cambios en las cadenas logísticas internacionales con la creación de una zona de libre comercio.
Fuente: HKND
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